La obra de Leandro Allochis se enmarca dentro del procedimiento del tableaux vivants, recuperado por la fotografía conceptual como herramienta para debatir sobre los paradigmas de representación y realidad entorno al retrato y la identidad. Sus cuerpos fotografiados dan cuenta de las tecnologías y mitologías que atraviesan los rituales y visibilidades de la corporalidad contemporánea. Los cuerpos son presentados como geografías y mapas particulares de identidades cada vez más plurales, complejas y transitorias. Fotografías de transmuta sus formas y funciones biológicas para volverse cuerpo cultural, una metáfora y laboratorio de hibridaciones y recreaciones de arquetipos fundantes, con la posibilidad de producir sujetos tan múltiples como fragmentarios.
"El conjunto de obras se nutre de diversas fuentes de la historia del arte y de la fotografía y, consecuente con las enseñanzas del Eclesiastés, Allochis no inventa nada nuevo bajo el sol, sino que al contrario recoge la tradición y la renueva con sus aportes. La serie se conforma de retratos de varones que pertenecen a grupos jerárquicos; hay mariachis, luchadores, masones y judíos ortodoxos; todos ellos tienen en común el acceso a un ritual provisto de elementos que les garantizan cierta trascendencia, más allá de la realidad cotidiana. La vigencia y transformación de los símbolos es otro de los capítulos investigados en la serie Vanitas. Entre los varios objetos que acompañan los retratos se pueden ver libros del gran teórico de este tema, Carl Gustav Jung, como El hombre y sus símbolos o El libro rojo. Siguiendo a Jung, Allochis cree que los símbolos no mueren sino que se transforman y que tienen sus equivalente en diferentes culturas por más que su apariencia sea disímil. Los símbolos tienen la capacidad de enunciar significados que van más allá de su soporte material y son la evidencia de la necesidad del hombre de trascender la materia", Julio Sánchez.